Capítulo XXXII: El viaje hacia el puerto de Haloren
Los fugitivos que habían salido de los túneles del Monasterio de Sinningen comenzaron su viaje hacia los distintos destinos que habían decidido. El príncipe Erevin se ofreció voluntario para el viaje más corto pero más complicado: el que llevaba desde el Monasterio de Sinningen hasta el puerto de Haloren, uno de los puertos donde radicaba el poderío naval del Imperio. Al principe Erevin se le habían sumado Frey Tinodar, el antiguo hermano vigilante del Monasterio y los dos novicios que parecían gemelos, Arbil y Elios.