Lasánides condujo a todas las personas que lo seguían a través de los túneles que conocía tan bien después de tantos años viviendo en aquel lugar. En sus ratos libres, le había gustado explorar los túneles para saber dónde estaba y conocer a quienes estuvieran en los alrededores: la vida le había enseñado que nunca se sabía cuándo y cómo se iban a necesitar unos a otros. Hasta ese momento, nunca había pedido nada a los hombrecillos que vivían en aquel vergel que había encontrado en los túneles: es más, les había ayudado a mejorar su pequeño poblado y les había hablado de sus inquietudes. Sabían que no hablaba en vano, así que le habían creído y habían tomado determinadas medidas, por si aquello que el hombre grandullón temía, algún día se producía. Sabían que le gustaba ayudarles y había ido más allá de los estereotipos que consideraban a los duendes unos alborotadores sin sentido. Sí, es cierto que les gustaba armar bulla pero sabían ser serios, al menos los que vivían en este pequeño poblado, cuando debían serlo.
Capítulo XX: La persecución por los túneles
Capítulo XX: La persecución por los túneles
Capítulo XX: La persecución por los túneles
Lasánides condujo a todas las personas que lo seguían a través de los túneles que conocía tan bien después de tantos años viviendo en aquel lugar. En sus ratos libres, le había gustado explorar los túneles para saber dónde estaba y conocer a quienes estuvieran en los alrededores: la vida le había enseñado que nunca se sabía cuándo y cómo se iban a necesitar unos a otros. Hasta ese momento, nunca había pedido nada a los hombrecillos que vivían en aquel vergel que había encontrado en los túneles: es más, les había ayudado a mejorar su pequeño poblado y les había hablado de sus inquietudes. Sabían que no hablaba en vano, así que le habían creído y habían tomado determinadas medidas, por si aquello que el hombre grandullón temía, algún día se producía. Sabían que le gustaba ayudarles y había ido más allá de los estereotipos que consideraban a los duendes unos alborotadores sin sentido. Sí, es cierto que les gustaba armar bulla pero sabían ser serios, al menos los que vivían en este pequeño poblado, cuando debían serlo.