Capítulo XXVII: Los fugitivos salen de los túneles (1)
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Foto de Linus Sandvide en Unsplash Lasánides había decidido no enfrentarse al hombre de la voz plateada y a la serpiente Slissas, que era lo que quería el Príncipe Erevin. Tenía sus razones, pero no era momento de explicárselas y mucho menos al Príncipe: sabía que era valiente, pero era aún joven y esa combinación a veces no daba buenos resultados. El buen militar no sólo sabía cuándo atacar, sino también cuándo no hacerlo: sólo si se tenía una elevada probabilidad de ganar, aplastando al adversario, era posible el ataque. Si no, un enemigo normal cogería prisionero al valiente pero poco razonable atacante y lo torturaría para sacarle información hasta incluso matarlo. Pero el hombre de la voz plateada no era desde luego un "
Capítulo XXVII: Los fugitivos salen de los túneles (1)
Capítulo XXVII: Los fugitivos salen de los…
Capítulo XXVII: Los fugitivos salen de los túneles (1)
Foto de Linus Sandvide en Unsplash Lasánides había decidido no enfrentarse al hombre de la voz plateada y a la serpiente Slissas, que era lo que quería el Príncipe Erevin. Tenía sus razones, pero no era momento de explicárselas y mucho menos al Príncipe: sabía que era valiente, pero era aún joven y esa combinación a veces no daba buenos resultados. El buen militar no sólo sabía cuándo atacar, sino también cuándo no hacerlo: sólo si se tenía una elevada probabilidad de ganar, aplastando al adversario, era posible el ataque. Si no, un enemigo normal cogería prisionero al valiente pero poco razonable atacante y lo torturaría para sacarle información hasta incluso matarlo. Pero el hombre de la voz plateada no era desde luego un "